Ávila Sefardí
Ya en el Concilio de Elvira, celebrado en fecha incierta, pero dentro del primer cuarto del siglo IV, se menciona Ávila como uno de los lugares de la Hispania romana en los que se podía encontrar una comunidad judía.
En cualquier caso, la primera constancia documental de que existía una comunidad judía en Ávila se tiene en el año 1144 y, como suele ocurrir, es gracias a un documento relacionado con los impuestos; concretamente aquél por el que Alfonso VII cede a la Catedral el diezmo de la renta anual de dicha comunidad judía. Años más tarde, en 1256, la Crónica de la Población de Ávila, nos habla del contingente de judíos que, liderados por Moshé Centen, formaban parte de las huestes de Repoblación de Raimundo de Borgoña.
En esta visita no haremos un recorrido al uso, hablando de lugares y restos concretos, de su arquitectura o de su antigüedad. En Ávila no quedan prácticamente testimonios físicos de la presencia judía, es, por tanto, lo que llamamos una visita testimonial o emocional. Tendré que pedir en numerosas ocasiones la colaboración de su imaginación. La Historia no es una ciencia matemática; la documentación escrita, o bien ha desaparecido, o hace referencia a lugares y personas que no nos son habitualmente conocidos, por lo que las teorías de los historiadores, subjetivas como todo trabajo humano, no son, hoy por hoy, contrastables, son argumentos que nos ayudaran a crearnos nuestra propia imagen de una época de la que, por orden real, se hizo desaparecer “todo lo que recordara a la antigua religión”.